El auténtico Fincher ha vuelto
David Fincher es un director al que muchos descubrimos con Seven, una vuelta de tuerca al cine negro que revolucionó un género que parecía exprimido. Son incontables las malas copias de esa película que se han hecho desde entonces con la fórmula “asesino en serie que va dejando recaditos al policía protagonista”.
Dos años después filma The game, película entretenida y original que ya nos viene avisando de que estamos ante un director diferente. Eso se ve más a las claras con El club de la lucha, que podríamos definir como película de culto. Mi definición de película de culto viene a ser: película normalita que es adorada por una minoría. Es tramposa y violenta sin justificación. Eso sí, sabe tocar muy bien la fibra de cierto tipo de público: si tienes 15 años será tu película preferida, si has cumplido los 30 te resultará pretenciosa. Edward Norton, como siempre, está genial.
Después hace su filme más flojo, La habitación del pánico. Demasiado predecible para alguien del que esperamos que nos sorprenda. Tarda 5 años en rodar Zodiac, para la mayoría de los críticos una obra maestra. Me dormí dos veces viéndola, lo que no es ningún mérito ya que dura 158 minutos. Intenté darle una segunda oportunidad, pero en un momento dudé sobre si mi DVD estaba reproduciendo a la mitad de velocidad y decidí abandonar. Da cierto prestigio ir contra la opinión generalizada. Yo me guardo 3 balas para las discusiones cinematográficas: Zodiac es un pestiño, Bardem está normalito en No es país para viejos y Ciudadano Kane me aburre.

El curioso caso de Benjamin Button me recordó al Fincher que más me gustaba, durante la primera hora disfruté como hacía tiempo que no lo hacía en un sala de cine. Se notaba la mano del guionista de Forrest Gump en algunas escenas que entrelazan las aventuras del personaje con sucesos históricos. Después la película baja, inevitablemente cuando un filme dura 167 minutos en algún momento tiene que flojear. Pero aún así, aunque yo le hubiera metido un tajo de casi una hora y le hubiera quitado kilos de azúcar, salí del cine con la sensación de no haber sido estafado, que no es poco.
Hay un trío de directores que ahora ya son cuarentones a los que decidí seguir la pista en su día: Cristopher Nolan, Bryan Singer y David Fincher. Por ahora me quedo con este último.
