Obertura 001

Las letras de las canciones que no dicen nada tienen para mí cada vez mayor significado. Lo explícito me aburre, los lugares comunes me repugnan, casi tanto como esa gente que se corta las uñas en el transporte público.
Los tiempos cambian con tanta rapidez que nuestros cerebros de vulgares mamíferos vertebrados son incapaces de adaptarse. No creo en Dios, creo en Trichet, porque una palabra suya bastará para condenarme.

Desconfío de los personajes planos, de los que no tienen un lado oscuro, de los que piensan igual con veinte años que con cincuenta, de los que nunca han necesitado pedir perdón. Me atrae el mal, pero desde el sillón de mi casa, descubriendo que los salvados lo son gracias a los hundidos, y que la violencia burdamente justificada me seduce mucho más de lo que me gustaría.

El canon de la SGAE me enerva, en cambio las hambrunas en África no provocan en mí la misma indignación.¿Soy una mala persona? ¿Conocéis a alguien que se considere mala persona? ¿Conocéis realmente a alguien? I want a perfect body, I want a perfect soul, todos somos jodidamente jóvenes hasta que de repente nos morimos con 90 años. A veces pienso si no hay más dosis de realidad en cualquier película de los Hermanos Marx que en un martes nublado. Héroe, villano, ególatra, farsante, todas o ninguna.

Fundido a negro, comienza a sonar “Extreme ways”, la música me transporta a lugares insospechados, tan insospechados como el sofá de mi propia casa, donde espero ansioso a que empiece “Escenas de matrimonio”.