Olímpica crueldad
Con el mundo del deporte tan profesionalizado, con una preparación milimétrica, cada vez es más difícil encontrar la épica y la emoción en los grandes eventos. En estos Juegos Olímpicos hemos vistos máquinas que se limitaban a repetir ejercicos mil veces ensayados, sin atisbo de emoción en sus rostros. Aún así, gracias a algo tan humano como el error, ha habido momentos que nos han reconciliado con el deporte.
El brasileño Diego Hypólito es el actual campeón mundial de gimnasia en la categoría de suelo. Estaba realizando un ejercico perfecto, de salirle todo como había entrenado cientos de veces conseguiría la medalla de oro. No obstante, en la última diagonal, en el último salto, ocurrió lo imprevisto (1:05):
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Los Juegos Olímpicos recién finalizados nos han enseñado una vez más que la diferencia entre el éxito o el fracaso es en muchas ocasiones ridícula, y a veces es el azar el que decide de qué lado cae la balanza. Real y cruel como la vida misma.