La cara Whoopi
Esta es la mirada. La mirada de ya están estos blanquitos perdiendo el tiempo con estupideces, estresados por nimiedades. En su familia seguro que hubo una pequeña Ruth, que al cumplir 14 años fue llevada a las caballerizas por el hijo del señorito y volvió chorreando sangre por la entrepierna. Por no hablar de los encapuchados que se llevaron al tío Moses, el mismo tío Moses que apareció colgado de la rama de un árbol al día siguiente. Así que no le digas que tienes una reunión de trabajo muy importante y que no vas a poder ir a ver la función de teatro de tu hijo. No la trates de convencer de que tiene que comprar ese robot de cocina tan bueno para hacer croquetas. Ella sí conoce qué es lo importante en esta vida, lo primordial es estar todos sanos y juntos, en familia. Y cocinar con sus hermanas durante horas en pucheros gigantes mientras menean su culo gordo al ritmo de un buen estándard de jazz. No la vas a sacar de ahí, porque sus antepasados han sufrido tanto que le han ido dejando un poso genético de sabiduría.
Esa mirada condescendiente es imbatible, porque logra culpabilizarte por un delito que no has cometido. Y lo peor de todo es que nunca podrás mirar así y ser creíble, porque no eres más que un puto blanco de mierda.
Error. Esa cara y esa mirada denotan cierta resignación por haber llevado una vida llena de dificultades, pero no por arrastrar las consecuencias de la azarosa vida de sus antepasados, sino por la propia industria cinematográfica. Por esa industria cinematográfica que no le ha dado más que papeles estereotipados; esclava como ha sido de un pelo que ha marcado tendencia, y de unos papos y un color de tez característicos, sus dotes interpretativas han estado al servicio de una particular visión del mundo de las cotas en Hollywood. Pon unos cuantos negritos zumbones para que la audiencia con raíces africanas sienta la llamada de la selva en forma de identificación y vayan a las salas de cine, tal y como posteriormente sucediera con los Latinos. Entonces ella piensa: yo no soy yo, yo soy esclava de un pelazo que se curva rebelde cual centrifugado en una cocorota pequeña (la de las mujeres): soy la mujer negra que mola en las pelis. En mi época vendió y en otra quizá no vendiera tanto; pero no soy Whoopi: soy la actriz negra con pelo afro. Pues mira, piensa, es lo que ahí, y así me lo tengo que tomar. Y por eso finaliza con un suspiro, que sería la siguiente foto que la cámara no ha podido o querido captar.
Lógicamente quería decir “es lo que HAY”. Es que Whoopi, como representante de una estirpe subyugada no pudo asistir a la escuela, y tenía que ayudar a sus padres en la plantación de algodón. 😉
Shatik 1-3, la pobre Whoopi está encasillada en papeles de mujer negra. Siempre he querido verla interpretando a Adolf Hitler o a Gandhi, porque creo que lo haría muy bien, pero nadie se arriesga y le da una oportunidad.
¿Y lo que nos ha hecho sufrir ella? Sister Act ya merece que le peguen fuego con napalm… Por suerte ahora ya tengo el poder del mando, pero cuando aparece en pantalla y tus cansados miembros no te permiten levantarte de la silla lo siguiente que quieres es hacerte un gin-tonic de gasolina con un toque de lejía agitada.
Su carrera está trufada de papeles en los que vengaba de una manera irracional, era mierda para todos, sin distinción de raza o credo.
elhombreígneo, has entrado en ebullición muy rápido. Whoopi siempre crea debate, como todos los genios.
Frase de aquella amiga a la que no le salía el nombre de Sidney Poitier: “Cómo se llamaba el actor ese, el que siempre hacía de negro”. Clavado.
Ander, es que Sidney había nacido para hacer ese tipo de papeles, tenía una facilidad asombrosa para meterse en la piel de un negro.