Consejos para mendigos
-No te sientes sobre un cojín.
¿Estamos a pedir para no pasar hambre o estamos a pasar la mañana? La próxima vez te traes una silla de oficina y un puf para los pies.
-No te pongas de rodillas.
¿Me tomas por gilipollas? No sobreactúes, que esos trucos son muy burdos. Ya puestos colócate una corona de espinas, unos clavos en las manos y una lanzada en el pecho, fantasmón.
-No bebas una lata de cerveza mientras pides.
Estás haciendo algo que me gustaría hacer a mí, y se supone que el desgraciado eres tú.
-No escribas una nota sin faltas de ortografía.
Si tan listo eres sácate unas oposiciones para celador en Osakidetza y no vayas pidiendo dinero a gente que igual lo necesita más que tú.
-No tengas dos piernas.
No le doy al que las tiene amputadas por encima de la rodilla y te voy a dar a ti, fredaster.
-No pidas con perro.
Un perro, entonces con lo que sacas te da para comprar comida para el perro y para ti. El señorito quiere un perro, nos ha jodido, yo también quiero muchas cosas pero hago cuentas y como no me las puedo permitir me fastidio.
-No pidas afeitado y duchado.
Llevo tres días sin afeitar y me canta la sobaquera. ¿Acaso te crees superior a mí? ¿Eh? ¿Eh?
-No seas rumano.
Todo el mundo sabe que que hay mafias que los meten en furgonetas y los van colocando por la provincia en las puertas de bancos, supermercados y estancos. No seré yo quien colabore a perpetuar este abuso. Y tú, rumano, no me mires con esa cara de pena que lo estoy haciendo por ti, lo más fácil e irresponsable sería darte un eurito.
-No leas un libro.
A mí también me gustaría ir al trabajo, pasar la mañana leyendo un libro y que me llegara el sueldo a casa. Cúrratelo un poco, puto vago.
-No seas gitana con bebé.
Las gitanas lo que hacen es pinchar con un alfiler a un bebé para que llore y provocar lástima, a mayor pena más dinero echas. Dicen que se intercambian los bebés porque les es más fácil pinchar al bebé de la vecina que al suyo propio, mira si serán listas. Si quieres contribuir a que maltraten a un recién nacido tú mismo, yo no soy de esos.
-No parezcas contento.
Si te gusta pedir por mí estarás toda tu vida pidiendo. Ni un puto euro te voy a dar. A trabajar con el estrés que tengo te ponía yo, te ibas a enterar.
-Agradece cada moneda de céntimo como si te salvara la vida.
“Vaya cabronazo, le doy tres pesetas y no me da ni las gracias. ¿Que es poco dinero? Si todo el mundo fuera tan generoso como yo y le diera tres pesetas este salía de pobre echando hostias. Lo que voy a hacer a partir de ahora es no dar nada a nadie y a tomar por culo”. Monólogo de tu padre después de que tu madre le afeara la conducta por ser tan tacaño. Tienes ocho años y quieres ser como tu padre para poder decir muchas palabrotas.
-No mendigues.
De verdad, no lo hagas. Es verdad que vas a ganar mucho dinero de forma fácil y sin esfuerzo, pero estás aprovechándote de toda esa pobre gente que declara sus ingresos y paga impuestos para que tú duermas calentito en el albergue municipal y llenes la panza en el comedor social. Sinvergüenza, que eres un sinvergüenza.
Ayer vi a un mendigo con pintas de yonqui leyendo un libro. Me impresionó favorablemente. No como para darle dinero, pero sí como para otorgarle un estatus superior al de los mendigos yonquis sin libro.
También corre otro riesgo, depende del libro que esté leyendo yo no le doy ni la hora.
Una cosa te voy a decir: tanto se merece un mendigo un libro de Paulo Coelho como un lector de éste la mendicidad.