Tarta de manzanas traigo
Compro una tarta de manzana en un supermercado. Llego a casa, abro el envoltorio y descubro que debajo de la capa superior de manzanas troceadas hay bizcocho, no tarta. ¿Qué mente enferma ha podido maquinar esto? ¿Qué infrahumano resentido es capaz de idear algo tan retorcido?
Sé que la maldad existe, pero procuro apartarla de mi vida en la medida de lo posible. Trato de rodearme de gente buena, que me quiere y me respeta. Sin embargo, ver la perversidad tan de cerca rasga la burbuja de amor y confianza que tanto me ha costado construir.
Me he vuelto desconfiado y arisco. El otro día un chaval me preguntó la hora y le di una patada en los huevos. Me fui corriendo y al instante me arrepentí, tenía que haberme quedado a patearle las costillas. Oigo voces en mi cabeza que dicen cosas sin sentido como “friega los platos” o “vas a perder el autobús”. Pienso constantemente en comprar una escopeta de balines, entrar en una Oficina del Consumidor y liarla parda.
La tarta de manzana, por cierto, muy buena. Todo un descubrimiento.
Diosmío, diosmío, y yo tomando cervezas con el autor de este texto. Lo pienso y me estremezco. Menos mal que en el bar había más gente, quizá eso evito alguna desgracia.
Ander, te libraste de una buena al no querer una segunda cerveza. Pensaba escupir en la tuya antes de llevarla a la mesa. Al final escupí en mi cerveza, para ensayar.
Oh, descuiden: escupí en las dos. Firmado: el barman.
Cómo está el servicio…
Soy el chaval de la patada en los huevos: le devuelvo la hora 11:50 (y subiendo).
Amute, te explico el malentendido.
Cuando te acercaste a pedirme la hora me pareció ver que llevabas un relojito de esos modernos. Por eso sospeché, pensé que lo de la hora era una excusa para atracarme y reaccioné con una patada preventiva. Según te retorcías en el suelo vi que en realidad el supuesto relojito era una pulserita powerbalans de esas.
Si en algún momento te has sentido atacado ruego me disculpes, en cualquier caso ibas provocando.
Acepto tus disculpas. Gracias a tus patadas me dieron la baja en el curro, por accidente laboral. Era el cliente invisible de la oficina del Consumidor. Eso sí: ese día me tocaste los huevos. Me debes una cerveza sin espuma.
La tarta es también “medio ocre”
Amute, te debo una caña, la espuma de mi cuenta.
Borja, ese colorcillo tenía, las manzanas no eran precisamente Reineta de Aragón.